Tu generosidad impulsa la obra de Dios. Con cada ofrenda, estás sembrando en buena tierra y apoyando la misión de compartir el amor de Cristo. Puedes dar de manera segura, ya sea una sola vez o de forma recurrente.
Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre."
— 2 Corintios 9:7